Tolentino ha sabido poner un ojo crítico y agudo a los temas que impactan a su generación: las redes, el poder, el dinero, el feminismo, internet, las agresiones sexuales, la literatura, la educación.
Jia Tolentino es una joven escritora estadounidense que ha tenido un éxito notable con sus publicaciones. Redactora en The New Yorker, Tolentino ha sabido poner un ojo crítico y agudo a los temas que impactan a su generación: las redes, el poder, el dinero, el feminismo, internet, las agresiones sexuales, la literatura, la educación. En el libro Falso espejo (ed. Planeta) publica una serie de ensayos precisos sobre varios de esos temas. Si para ella puede ser un falso espejo, para uno puede ser una ventana verdadera. Aquí unos subrayados.
“Tendríamos que detenernos a pensar cuidadosamente qué es lo que obtenemos de internet y cuánto le entregamos a cambio. Deberíamos preocuparnos menos por nuestras identidades, demostrar un profundo escepticismo respecto a nuestras opiniones insoportables, ser cuidadosos cuando la oposición nos resulta útil, sentirnos avergonzados cuando no somos capaces de demostrar solidaridad sin ponernos a nosotros mismos en primer plano”.
“Si fueses chica y tuvieses que imaginar tu vida a través de la literatura, pasarías de la inocencia de la infancia a la tristeza de la adolescencia y de ahí a la amargura de la edad adulta; llegados a ese punto, si no te hubieses quitado ya la vida, simplemente desaparecerías”.
“Los personajes literarios femeninos, por el contrario, ponen en evidencia el hecho de ser mujer. Se ven condenados a un universo que funciona alrededor del sexo, la familia y lo doméstico. Sus historias tienen que ver con temas relacionados con el amor y el sentido de obligación”.
“… el sistema no es igualitario en relación con un delito que nuestra propia cultura posibilita de forma activa. No existe ningún otro delito que sea tan frustrante y tan punitivo como la violación. Ningún otro delito violento viene con una coartada incorporada que, de forma inmediata, exonera al delincuente y desplaza la responsabilidad hacia la víctima. No hay ningún tipo de conducta interpersonal que pueda usarse para justificar un robo o un asesinato del modo en que el sexo puede ser utilizado para justificar una violación”.
“Las famosas han sido herramientas de enseñanza primaria a través de las cuales el feminismo online ha podido identificar y resistir la fuerza deformante del juicio patriarcal. Britney Spears, que inicialmente fue entendida como una insípida joven, una muchacha supersexualizada que pasó de ingenua a psicópata, ahora parece una persona completamente digna de empatía: el público quería que fuese seductora, inocente, impecable y que mereciese la pena invertir en ella, pero ella se vino abajo ante la imposibilidad de satisfacer todas esas demandas. En vida, Amy Winehouse y Whitney Houston a menudo fueron retratadas como monstruos enganchadas a las drogas; tras sus muertes, se les ve como genios a tiempo competo. Mónica Lewinsky no era una zorra estúpida, sino una veinteañera normal y corriente que se vio envuelta en un caso de explotación sexual con el jefe más poderoso de Estados Unidos. Hillary Clinton no era una mujer sin ningún carisma incapaz de ganarse la confianza de la gente de a pie, sino una funcionaria pública sobrecualificada que vio frustradas sus ambiciones debido al fanatismo y la ira de sus oponentes”.
“…ser acosada o agredida sexualmente puede arruinar una carrera profesional. Las mujeres han podido comprobar, gracias a Hillary Clinton, hasta qué punto Estados Unidos desprecia a las mujeres que quieren poder; gracias a Monica Lewinsky, utilizada por ambos miembros del matrimonio Clinton, con qué facilidad podemos llegar a ser damnificadas debido a la ambición de otras personas; gracias a la cobertura del colapso de Britney Spears, sabemos hasta qué punto el sufrimiento femenino puede convertirse en un chiste”.
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