Para distinguir lo incomparable, hace años se usaba en Estados Unidos la frase de “A Cad is a Cad is a Cad” en referencia al Cadillac: único como automóvil entre los automóviles. Algo que es también único es la familia. Así podríamos decir que “la familia es la familia es la familia”. Pero hay quienes no están de acuerdo y hablan de “nuevas” formas de familia, en referencia a ciertas formas de convivencia humana doméstica, en una casa habitación. ¿Quién tiene razón?
Veamos. En primer lugar, esos grupos de convivencia doméstica no tienen nada, pero nada de nuevo, son tan viejos como la historia. Consideremos casos multicitados como los de dos personas del mismo sexo que conviven también sexualmente, tres o más personas que viven también juntas y tienen sexo indistintamente, parejas no casadas entre sí o más personas que viven con mascotas, y estiran la lista hasta lo que se les pueda ocurrir. Nada, pero nada de eso es nuevo en la sociedad.
Así que, ya de entrada, no podemos hablar de “nuevas formas”… pero lo importante es que no hay razón para distorsionar el lenguaje usado (en cada idioma) nada más por capricho. La única manera de mantener la comunicación a través del tiempo y el espacio es el uso de un lenguaje común. Y cuando no existe razón alguna para cambiarlo en su significado histórico, se debe, por simple cultura lingüística, mantenerlo como es. Alegar modernización es absurdo, cuando es simple y llana retrogradación, falsificación.
La familia ha sido y sigue siendo una forma de convivencia humana bajo compromisos espirituales y legales. UNA forma, no varias. ¿Y qué es una familia? Es la compuesta por una pareja precisamente de mujer y hombre, con determinados fines, uno de los cuales es esencial, el de la procreación de hijos. Así, la familia es este grupo humano, base de todas las sociedades, compuesto por los padres y sus hijos, en estricto sentido.
Pero la familia admite un sentido más grande, y es el de la familia ampliada, en donde existen lazos consanguíneos y maritales, que incluye a abuelos, padres, hijos, hermanos, tíos, sobrinos y quienes de fuera se integren a esta familia ampliada por lazos matrimoniales. Nada más.
Ahora bien, y para debatir críticas a este concepto tradicional de familia, hay cosas que mencionar. Primero, que el hecho de que una pareja se una en matrimonio con el deseo de tener hijos y no puedan tenerlos, no anula ese deseo original. Segundo, que por alguna razón falte alguno de los esposos, que haya muerto o civilmente divorciado, tampoco anula la aplicación del término familia a estas personas. Lo curioso es que las infundadas críticas al concepto familia no tienen ninguna relación con las defendidas “nuevas” formas de familia.
Cada vez que se interpela a los defensores de esas formas que convivencia que quieren que también se les llame familia, diciéndoles que el concepto de familia es único y no admite “nuevas formas”, su reacción normal es enfurecerse, agredir e insultar porque… la verdad, es que no tienen argumento alguno para soportar su dicho. La familia implica matrimonio y consanguinidad.
¿”Nuevas” formas de familia, entonces? Simplemente no existen. Lo que los defensores del “nuevo” lenguaje, los autollamados “progres” (que en realidad son “retros”) tratan de imponer a la sociedad no tiene razón de ser. Todas esas formas de convivencia doméstica que quieren equiparar a la familia, no lo son. Pueden llamarles con otros nombres, si acaso quieren inventarlos, pero sociológica o antropológicamente son formas diferentes de convivencia, pero no familias. Y lo mismo vale para el concepto de matrimonio, como la unión de un hombre y una mujer con el fin de forma ¡una familia!
La familia es la familia es la familia.
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