Al margen de los partidos hay personas, hombres y mujeres que quieren pelear por un México en que quepamos todos, aunque pensemos distinto; por un México en el que se pueda trabajar y opinar sin temor.
Este domingo con los votos no solamente elegiremos cargos públicos. Con nuestro voto también estaremos construyendo algo que le urge a México: oposición. En efecto, si logramos que la votación sea realmente significativa para los partidos de oposición, estaremos en posibilidades de exigirles ser la expresión política que necesita el país en contra del proyecto bananero de personalismo tiránico que habita Palacio Nacional.
En efecto, si la oposición sigue numéricamente como está, la pluralidad estará condenada al fracaso. Contener el autoritarismo vigente es de enorme importancia para la convivencia democrática y pacífica en el país. Esta convivencia es relevante independientemente de los resultados del proyecto gubernamental. En pleno ejercicio de un gobierno ineficaz, frívolo y corrupto como el de Peña, esta convivencia permitió el surgimiento, la consolidación y la victoria de un movimiento como el encabezado por López Obrador. Esto lo sabe el presidente, por eso parte de sus planes es terminar con la vida democrática que nos regía y que ese tipo de posibilidades queden canceladas. Nadie debe recorrer el mismo camino que él pudo hacer.
Por supuesto hay un pleito por encabezar esa oposición y por tratar de ser el anti-Peje total. Lo mismo compiten por eso periodistas que políticos más añejos que el propio presidente, empresarios, que activistas o columnistas, historiadores, locutores o profesionales de la política del trapecio. Lamentablemente para estos ilusos el puesto de presidente no está en la boleta. No vamos a votar para que alguna persona conduzca el destino nacional. En muchos estados se elige gobernador, congresos locales, presidentes municipales. En lo que participamos todos es en elegir a la Cámara de Diputados. Suena poca cosa o algo grotesco, como de circo decadente: elegir entre la mujer barbada, el enano sátiro, el hombre de dos cabezas, el payaso siniestro, cosas por el estilo. Pero ahora el mensaje cuenta más que las individualidades del circo.
No es ninguna novedad decir que nuestra oposición está no solamente debilitada, sino asustada, colapsada, nulificada. También hay que aceptar que no es precisamente El Partenón griego o un lugar al que concurre la inteligencia y la creatividad. Por lo general es simple, rudimentaria y básicamente estúpida. Pero ese es el bloque. También hay personas que se entregan a la causa, que pelean todos los días y que aguantan los embates del gobierno. La oposición no son sus líderes formales. Lo son sus militantes y también los que no lo somos, pero formamos ciudadanía y tenemos opinión. Y una opinión muy clara sobre este gobierno que sabremos plasmar en nuestros votos el próximo domingo.
El absurdo pleito por la pureza opositora nadie lo gana. La pureza es un recurso de los santos en la religión y de los tiranos que se creen santos– en la política. En política mexicana no hay grupo ni partido que se salve de estar de la mano con priistas, esa es la verdad. Así que ese pleito es ridículo, ¿o quién va a extender el certificado de pureza?
Al margen de los partidos hay personas, hombres y mujeres que quieren pelear por un México en que quepamos todos, aunque pensemos distinto; por un México en el que se pueda trabajar y opinar sin temor, en el que la diferencia no sea odio. Votemos por esos candidatos, en un lado serán de MC, en otros de la alianza PAN-PRI-PRD; votemos por ellas y por ellos porque con nuestro voto construimos oposición.
Todos a votar el domingo.
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