Ninguna Guerra Mundial, por sangrienta que haya sido, ha arrojado la escalofriante cifra de más de mil millones de víctimas inocentes abortadas como saldo de este “genocidio silencioso”.
A últimas fechas en el portal www.youtube.com han estado subiendo videos cortos del amor de los padres por sus hijos recién nacidos o de pocos meses, así como el afecto de sus hermanos pequeños por los bebés.
Me han sorprendido varios aspectos:
-Cuando la familia trata con mucho cariño a sus bebés, ellos responden con el mismo amor o quizá más. Por ejemplo, mamás que se “comen a besos” a sus pequeñuelos, habitualmente ellos responden de la misma manera.
-Hermanitas o hermanitos pequeños se acercan a los recién nacidos, donde está la mamá en cama en los hospitales, los besan y comentan que los van a cuidar en casa y les atenderán con gran cuidado para que la pasen lo mejor posible.
-Un chiquitín de quizá un año o poco más, sus papás se empeñaron en que aprendiera a decir “Los quiero mucho” y, por imitación, constancia e insistencia, asombrosamente lo lograron.
-Un poco más grandes en edad, la mamá le avisa a los niños que su papá ya llegó del trabajo y los pequeños salen disparados a recibirlo con bulliciosas manifestaciones de afecto, mientras el padre se pone de rodillas para estrecharlos entre sus brazos.
Son detalles que los niños no olvidan jamás. Sobre todo, si además de un saludo afectuoso, les traen alguna golosina o un modesto regalo.
Sin duda, eso fortalece la unidad entre los esposos y la vinculación con los hijos. Al rato, llegan los abuelitos a casa y son “las mismas fiestas” o manifestaciones de ternura.
Mientras observaba estos videos rondaban por mi mente dos ideas fundamentales: 1) Ahora me explico el por qué los divorcios producen tantos trastornos emocionales en los hijos desde acudir a los vicios (alcohol, drogas), huir para siempre del seno materno o, incluso, el suicidio. En las biografías de muchos cantantes, modelos, actores, políticos y personalidades famosas es una característica constante y que permanece subyacente y, el día menos esperado, “explota” en forma de crisis.
2) También pensaba en cómo es posible que muchos piensen que en vientre materno no se encuentre realmente un bebé en gestación, sino tan sólo un amasijo de células amorfas y sanguinolientas.
Tuve a un hermano muy inquieto, y cuando ya estaba por nacer, me comentó un día mi madre: “Este hermanito tuyo va a ser muy travieso, o tal vez, futbolista, porque si pones tu mano en mi vientre sentirás sus constantes pataditas”. Y efectivamente así era.
Me vienen a la memoria dos canciones del Premio Nobel de Literatura 2016, el músico y poeta, Bob Dylan, que en su melodía “Licencia para Matar” expone cómo muchos se apropian de este supuesto derecho y asesinan a las personas en nombre del encargo de un gobernante, de hacer justicia por su propia mano, de venganzas, por motivo de sediciones o de guerras.
Y en su melodía “Señores de la Guerra” critica duramente a los empresarios involucrados en la producción de anticonceptivos, “píldoras del día siguiente” y clínicas para abortar gratuitamente, quienes de acuerdo con su gobierno, asesinan a los no nacidos, y Bob Dylan escribe:
“Ustedes han sembrado el peor de los miedos /
Que jamás se haya lanzado; /
El miedo de traer niños al mundo. /
Han amenazado a mi bebé, /
cuando todavía no ha nacido /
y ni siquiera tiene un nombre. /
Y es porque ustedes no valoran /
La sangre que corre por sus venas. /
El escritor Antonio Socci en su libro titulado El Genocidio Censurado afirma que esta oleada de legalizaciones del aborto en muchos países del planeta se ha convertido en el mayor genocidio de los siglos XX y XXI.
Nos horrorizamos de lo que ha ocurrido con el exterminio de millones de judíos en los campos de concentración de los nazis.
Pero ninguna Guerra Mundial –por sangrienta que haya sido– ha arrojado la escalofriante cifra de más de mil millones de víctimas inocentes abortadas como saldo de este “genocidio silencioso”.
En las cifras de los últimos años, estudios demográficos serios calculan que se practican más de 50 millones de abortos al año en el mundo entero.
Cuando observo a las chicas con sus pañoletas verdes atadas al cuello, apoyando la destrucción de seres inocentes, siento deseos de invitarlas a que presencien videos o películas de las diversas formas cómo se practican los abortos con toda su crudeza y deshumanización, como si se matara a un animal. Aunque ahora –paradójicamente- existen más derechos para los animales que para los seres humanos.
Volviendo al inicio de este artículo, ¿por qué esas mamás y los papás de esos videos rebosan de alegría, gozo y felicidad por sus criaturas? Porque es lo que va conforme a la naturaleza humana, es decir, formar una familia; criar y educar a los hijos. “La familia es el centro de formación de la persona humana, por excelencia” –escribía Carlos Abascal Carranza. Y más adelante añade: “La familia constituye una comunidad de amor y solidaridad insustituible para la enseñanza, para la transmisión de valores culturales, éticos, sociales y religiosos esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios miembros y de la sociedad”. (“Familia: fortaleza de la humanidad amenazada”, 2-III-2008, portal www.yoinfluyo.com).
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