A pocas semanas de las llamadas “elecciones intermedias”, las acciones para adelantar a los contrarios se multiplican en todos los frentes, con todas las estrategias y con pocas, muy pocas bases éticas.
A pocas semanas de las llamadas “elecciones intermedias”, las acciones para adelantar a los contrarios se multiplican en todos los frentes, con todas las estrategias y con pocas, muy pocas bases éticas.
Abundan, eso sí, las artimañas para burlar la veda electoral y también para llamar la atención de los ciudadanos y hacerlos mirar para otro lado. Sobre todo a quienes no han decidido si votarán o no y por quien.
En esa estrategia, de dudosa pulcritud, parece inscribirse el reciente lanzamiento, por una parte, del supuesto logotipo que se asignó al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, hasta hoy aeropuerto militar de Santa Lucía.
Es tan evidente que está hecho contra todas las reglas del diseño gráfico y la publicidad, que quedan pocas dudas acerca de si se trata de una producción pretendidamente seria o, más bien, de una más de las cortinas de humo que abundan en la actual gestión gubernamental.
Pero lo grave es que mucha gente cae en la trampa y se engancha en la discusión, trivial y sin sentido, sobre si es adecuada la presencia de un mamut, o sobre si el avión incluido parece destinado a chocar con la torre de control, o hasta si la “I” es una réplica de la estela de luz, emblema de un gobierno panista.
A los promotores del logotipo de marras, en especial a las altas esferas morenistas (las que dirigen las acciones del gerente Delgado), les cae de perlas que la gente se distraiga con esas tonterías y desenfoque la atención a los próximos comicios.
Y ocurre un fenómeno similar con las triquiñuelas promovidas desde Palacio Nacional para, desde ahí, desenmascarar un montaje televisivo lamentable, vomitivo, reprobable, injustificable, pero que ocurrió hace ya 15 años (¡quince!) y cuyo efecto hoy está enterrado.
La idea es distraer, y hasta ahora ha alcanzado el objetivo. Ocupar espacios mediáticos con tonterías como esas evita que ese espacio sea utilizado para evidenciar la inoperancia, la opacidad, la imposición de ocurrencias con la que se manejan las acciones desde la cúspide.
Es preciso detectar estas y otras maniobras distractoras, y reenfocar la mira y enderezar las antenas, porque la prioridad, hasta las elecciones del 6 de junio, tiene que ser evitar el monopolio del poder, abonar al equilibrio de fuerzas en todos los niveles y órdenes de gobierno y hacer entender a los ciudadanos que mandatario no es el que manda, sino el que recibe y debe acatar un mandato.
Un mandato que emitimos todos los ciudadanos incluido usted que lee esto. Un mandato que, si lo damos, nos permitirá avanzar en la democracia. Depende de usted, de nosotros, de todos nosotros, los votantes, desechar los distractores, analizar la realidad y, en junio, reforzar la democracia.
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