Debido a la pandemia, poco más de un millón de pequeños comercios y empresas familiares cerraron sus establecimientos. En el primer semestre de 2021, otros 300 mil negocios corren el riesgo de bajar sus cortinas.
A poco más de un año de que la pandemia llegara a México, muchos han sido los cambios en el ritmo y estilo de vida de las personas y en general de la sociedad. Con la intención de salvaguardar la salud y para evitar contagios se suspendieron abruptamente todo tipo de actividades que como consecuencia generaron pérdidas de fuentes de empleo, cierre de empresas y en general un declive de la economía.
El COVID-19 aún no está erradicado y el tiempo para superar esta enfermedad sigue siendo incierto aunque todavía se vislumbra lejano, mientras las necesidades de la población necesitan un cauce pare desahogar la difícil situación económica en la que se encuentran entrampadas miles de personas.
Ante este panorama, el presidente del Consejo para el Desarrollo del Comercio en Pequeño (ConComercioPequeño AC), Gerardo C. López Becerra, hizo un balance de cómo ha impactado a quienes componen este sector a fin de saber en dónde están y con base en ello poder trazar rutas que permitan recuperarse.
Entre los saldos negativos, López Becerra señaló que a un año del impacto de la pandemia, “persiste la ausencia de un plan gubernamental de reactivación económica claro y con visión de corto y largo plazo sobre las alternativas que puedan establecerse, por lo que no se avizora una pronta salida de la crisis”.
Indicó que la carencia de este plan provoca descontrol e incertidumbre entre los dueños y trabajadores del pequeño comercio, quienes aún no se han recuperado del año de la crisis y están temerosos de los impactos que puede tener la llegada de una “tercera ola” de contagios. “En la práctica, los dueños del comercio en pequeño han tenido que aplicar el viejo dicho de ‘rásquense con sus uñas’ cada quien, para sortear las dificultades”, enfatizó.
Asimismo, afirmó que poco más del 60 por ciento de los comercios pequeños y empresas familiares que aún están abiertos mantiene una economía de sobrevivencia, toda vez que la venta del día la ocupan para solventar los gastos más urgentes, mientras que crece el endeudamiento para afrontar los pagos de renta, proveedores, servicios (luz, agua y transporte), salario de trabajadores o pago al IMSS.
Observó que la necesidad de financiamiento que tiene este sector es por arriba de los 250 mil pesos por negocio, lo cual es 10 veces mayor al crédito federal que los funcionarios gubernamentales han ofrecido.
López Becerra dijo que durante el año transcurrido con la pandemia, poco más de un millón de pequeños comercios y empresas familiares no tuvieron otra opción más que cerrar sus establecimientos, riesgo que persiste y que durante el primer semestre de este año puede afectar a otros 300 mil negocios.
Destacó que la informalidad y el ambulantaje se han incrementado en forma desproporcionada, derivado de búsqueda de alternativas de ingreso que tienen aquellos que se vieron en la necesidad de cerrar sus negocios.
Mejorar el presente y el futuro
A pesar de que los pequeños comerciantes han sido duramente golpeados por la crisis generada por la pandemia, el presidente de ConComercioPequeño AC consideró que en este año aún es posible que este sector tenga la posibilidad de recuperarse.
Pero advirtió que debe existir un plan eficaz de apoyo que atienda las necesidades que tienen los diversos sectores y el cual permita restablecer las cadenas de producción y consumo de bienes y servicios, pero sobre todo que dé confianza de que los contagios del COVID-19 se lograron contener y reducir con un programa de vacunación efectivo.
Aunque la estrategia de confinamiento, control de movilidad y reducción de horarios tuvo resultados aceptables para evitar contagios hace un año, ahora se encuentra desgastada entre la población y con efectos negativos en materia económica, lo cual repercute en la liquidez de los comercios y tendrá consecuencias en el pago de impuestos.
Por otra parte, López Becerra reconoció que durante el año en que la pandemia ha estado presente en el país, los comerciantes formales en pequeño, así como los dueños de las empresas familiares han dado muestras claras de gran responsabilidad y solidaridad al acatar, promover y mantener las disposiciones de salud para evitar los contagios: uso de cubrebocas, protocolos de desinfección y cuidado del distanciamiento que debe aplicar para trabajadores y clientes. Miles de negocios –desde las tiendas de abarrotes o tortillerías- aislaron sus áreas de atención al público y han modificado sus formas de operación para evitar contagios.
Asimismo, dijo que a pesar de los efectos demoledores que tuvo el cierre de la economía y las consecuentes afectaciones que llevó consigo esta medida, ha sido patente el espíritu de fortaleza que tienen los comerciantes en pequeño ante las adversidades que afrontan como son la caída de ventas, el incremento del endeudamiento y el riesgo en su salud por los contagios.
Resaltó que durante todo este tiempo los pequeños comerciantes han luchado por la permanencia de sus negocios por su propia necesidad, pero también para generar ingresos para todos los trabajadores directos e indirectos. En muchos casos se ha detonado la creatividad, el ingenio y la búsqueda de nuevos nichos de mercado, con novedosas formas de comercialización, así como la disponibilidad de los productos que necesitan las comunidades.
Te puede interesar: Mipymes necesitan un gran programa de financiamiento para no morir