Un día, el Señor le dijo al joven rey qué le pediría, pues estaba dispuesto a concedérselo. El joven pensó y no pidió nada material, le pidió al Señor sabiduría para gobernar a su pueblo. No podía haberlo hecho mejor, ¿se lo inspiró el Santo Espíritu? No lo sabemos, pero así lo hizo.
Como respuesta, el Señor le concedió la sabiduría pedida y como premio todo lo que no le había pedido también. Si nosotros recibiéramos este tiempo dicha oferta divina, de pedir lo que nos diera en gana ¿qué deberíamos pedir? Creo que lo mismo que Salomón: sabiduría.
Tener sabiduría nos lleva a muchas cosas: a ser fieles a Dios, a saber poner nuestras capacidades de todo tipo al servicio de los demás, pues para eso nos fueron concedidos nuestros talentos. La sabiduría nos hace ser capaces de llevar a Dios a nuestra familia, a nuestra comunidad. La sabiduría nos hace necesariamente ser prudentes y sagaces en el trato con los demás. La sabiduría nos hace distinguir entre el bien y el mal, rechazando los engaños del demonio.
Sabiduría es buen juicio. Hagamos lo mismo sabio y prudente del joven y Santo Rey Salomón: pidamos este nuevo año al Señor nos dé sabiduría para normar nuestra vida conforme a Su santa voluntad. Y tendremos un buen y feliz año.
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