La realidad en datos indica que las mujeres han sido las más afectadas y golpeadas por las decisiones de este gobierno.
¿Habrá alguna similitud entre el machismo retratado en películas del cine de oro mexicano y los dichos presidenciales expresados desde 2018? Resultó ser que este gobierno es el más machista de nuestra historia y poco sentido tienen las afirmaciones de que “hoy más que nunca se apoya a las mujeres”.
El presidente que se dice “humanista”, pero no feminista, ha cometido las peores omisiones y ha tirado por la borda la esperanza de millones de mujeres, incluidas las de Morena, porque transformó la posibilidad de tener mejores oportunidades de desarrollo, protección y justicia, en sometimiento absoluto a su gobierno.
En marzo de 2020, cientos de mujeres exigían a las puertas de Palacio Nacional poner un alto a la violencia ejercida contra ellas, en especial le urgían a frenar los feminicidios. Evasivo como es y ante los cuestionamientos de una activista, Frida Guerrera, el presidente optó por confeccionar su decálogo, un catálogo de frases y lugares comunes que en nada han mejorado las condiciones de seguridad para las mujeres. Mucha palabrería que, por desgracia, no ha tenido frutos en el elemental derecho de garantizarnos una vida sin violencia.
Estar en contra de la violencia en las manifestaciones no justifica imponer la fuerza pública con gases lacrimógenos. Decir que el machismo es un anacronismo no le da derecho a definir el papel de la mujer en la casa para el cuidado de los padres y la familia. Pregonar que se les respete le obliga a hacerlo, no a condenar que su movimiento “está manipulado” y mostrar un ‘muro de paz’ que cancela cualquier posibilidad de diálogo. Recriminar “los crímenes de odio contra las mujeres” no lo exime de ser el responsable directo de la eliminación de recursos públicos para programas que contribuían a salvaguardar la vida en caso de violencia, como es el caso de los refugios.
Hablar de la cobardía que significa agredir a las mujeres no debe convalidar las agresiones que reciben ni convertirse en defensor de oficio de un personaje como Félix Salgado Macedonio. Si algo logra evidenciar el machismo presidencial y lo insensato de sus necias decisiones, que solo reflejan su imposibilidad para admitir equívocos y errores, es la defensa y aval de la candidatura de Morena en Guerrero. Extraña resulta la defensa a ultranza de un impresentable, como manto de impunidad para sus fines electorales, que no deja de ser una tapadera.
Aunque era un resultado anunciado, se esperaba un poco de cordura y de dignidad de la dirigencia y los órganos partidistas para romper con el pacto presidencial. Sin embargo, pesó más la orden del jefe supremo que la obligación de atender los reclamos de las víctimas y reivindicar la lucha de militantes y legisladoras morenistas a favor del feminismo.
No hay peor burla que escuchar al candidato decir que “las mujeres y los jóvenes son el motor de la 4T”. Qué tristeza por Guerrero, por México. Es lamentable que en los temas de igualdad de género, el inquilino de Palacio Nacional se encuentre instalado en la época de los 50, con la imposición de sus arbitrariedades, como el papel de Cruz Treviño Martínez de la Garza en la película La oveja negra: hombre de muchas promesas y juramentos hacia su esposa Vivianita, que no dejan de ser expresiones que carecen de valor ante los escándalos, amoríos y diversas violencias que propician dolor y sufrimiento a la “abnegada mujer”.
La realidad en datos indica que las mujeres hemos sido las más afectadas y golpeadas por las decisiones de este Gobierno.
Luego de más de dos años de gobierno de Morena, indolente, insensible e irresponsable contra las mujeres de nuestro país, me queda claro que ni las mexicanas ni los mexicanos nos merecemos este tipo de gobiernos.
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