Muchas personas están desde molestas hasta enfurecidas con las alianzas, las ven como traiciones, y eso requiere muchas explicaciones, pues las que se han presentado son en general demasiado simplistas.
Quienes están conscientes de que el 6 de junio, con votos, se puede detener o al menos reducir el ritmo de destrucción del país por manos de Morena, obedeciendo ciegamente los caprichos de su ídolo, López Obrador, quitándole el control del Congreso federal y de los estatales, necesitan buenas razones, además de esta, para votar por candidatos de la oposición.
El llamado al voto el seis de junio, en particular hacia quienes se han abstenido de ir a las casillas en elecciones pasadas, y también de quienes, habiendo votado en 2018 por Morena, ya se han preguntado si fue su voto razonado o convencido que fue un error haberlo apoyado, debe ir más lejos. No basta insistir que quitarle la mayoría en las cámaras de diputados, hay que dar razones de votar por cada uno de los candidatos de la oposición.
“Está bien, quitémosle el control al presidente con sus caprichos tan dañinos, pero, ¿realmente ganaremos en el congreso con los candidatos de oposición?”. Esa es la pregunta, a la que se debe responder con los perfiles debidos y programas de trabajo. Y este tema se ha vuelto crítico, en todos los partidos y las alianzas, ante la presentación de candidatos de diversas imágenes y famas públicas. Unos buenos, otros intrascendentes y otros malos, incluyendo francamente impresentables.
Una frase que se escucha o lee ahora con frecuencia es la de “son los mismos de siempre”, y con ello muchas quejas de agandalle de quienes, teniendo el control de fracciones de partidos, o el control absoluto, se ponen a sí mismos, a sus allegados o a quienes deben o deberán favores, como candidatos.
Y eso de que sean los mismos es asunto discutible, dependiendo de los candidatos. Hay quienes repiten y repiten (en lenguaje politiquero “chapulinean”) de cargo en cargo para beneficio personal o grupal, sin mayor aporte al bien común, como hay políticos de gran valor, de quienes podemos esperar de nuevo papeles brillantes como diputados.
Otros casos, que van de tragedia a burla, son candidatos o precandidatos presentados solamente porque son personas conocidas, pero sin ninguna expectativa de que puedan hacer un papel decoroso al menos, como parlamentarios o ejecutivos. No son “defendibles” como precandidatos o candidatos, ya que son nombrados para ganar votos, pero que no se puede pensar que con ellos se ganen capacidades parlamentarias o de gobierno.
Todavía es tiempo de corregir candidaturas finales a las cámaras de diputados, así como a gubernaturas y presidencias municipales. De esa manera, se pueden dar a los ciudadanos razones para no abstenerse de votar, y de hacerlo por candidatos que ofrezcan una buena labor parlamentaria o ejecutiva. Mucha gente no votará a ciegas simplemente por dar la contra al presidente y su partido.
Esto es muy importante por varias razones. La primera, es que los candidatos deben ser atractivos como objeto de apoyo en el voto, de otra manera, si son de mala, nula o indebida “fama pública”, no motivarán el ir a votar y que sea por ellos. Mucha gente está convencida o convenciéndose que es verdad, de la necesidad de quitarle al presidente la mayoría y control de las cámaras de diputados, pero no es suficiente para estimular el voto.
Pero hay otra razón de la cual prácticamente no se habla: de que los nuevos diputados sean capaces de convencerse de votar a favor de las buenas iniciativas de ley o sus reformas, de detener la destrucción de México. Y todavía algo ya muy visto: de que una vez en sus curules, no se deslinden de los buenos propósitos de la oposición, se declaren independientes, y hagan lo que les pegue su gana, algo como digo, ya muy visto. Y agreguémosle los que se venden al mejor postor, a Morena o a alguno de sus partidos satélites. Ya ha habido este tipo de nuevos diputados, cuando era muy predecible que así lo harían, independizarse o irse con el contrario.
Las dirigencias de los partidos de oposición deben razonar que no basta con hacerle patente a la ciudadanía el daño que los serviles parlamentarios actuales del presidente hacen al país, algo que aún tiene mucho camino por recorrer, sino que se entusiasmen de ir a votar por personajes que ofrezcan ya no digamos una garantía, pero al menos una razonable expectativa de oponerse con eficacia a la servidumbre presidencial.
Todavía más. Muchas personas están desde molestas hasta enfurecidas con las alianzas, las ven como traiciones, y eso requiere muchas explicaciones, pues las que se han presentado son en general demasiado simplistas. Y ello desalienta a algunos simpatizantes de dichos partidos, no aceptan a Morena, pero tampoco a la alianza. Y así quizás no voten.
De otra manera, no votarán los ciudadanos por viejos conocidos impresentables, por calienta-curul o por nuevos que no pueden ofrecer nada como parlamentarios. Y ganará Morena de nuevo su mayoría. Por supuesto que es este partido el que encabeza la lista de favoritismos y malos candidatos internos, con enorme disgusto de sus militancias y simpatizantes. Pero si la oposición no ofrece buenos candidatos, los ciudadanos no irán a votar.
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