Francisco García Cabeza de Vaca es la puesta en escena más reciente del presidente en ese gran circo que es la política nacional y de la que él es el animador principal.
El caso del desafuero al gobernador de Tamaulipas es la puesta en escena más reciente del presidente en ese gran circo que es la política nacional y de la que él es el animador principal. Con esto no quiero decir que no sea grave el asunto. Ni las acusaciones, ni que se trate de un gobernador en funciones que carecen de gravedad. Pero pareciera que fuera el propio gobierno y su fiscalía –a estas alturas ya todos sabemos que la FGR no tiene nada de independiente– quienes quieren quitarle seriedad al asunto en el aspecto jurídico y subirle en el ámbito político.
Hay varios elementos que llevan a esta idea: la filtración de la noticia del propio procedimiento de desafuero que violenta el llamado debido proceso. Eso por supuesto que le vale al gobierno, pero es un elemento que puede ser útil en la defensa jurídica de quien ha sido acusado. Llama la atención que quieren ir por el gobernador Cabeza de Vaca de esa manera, la del desafuero, pues aunque en materia del Congreso federal Morena tiene mayoría, en el local es el panismo, o sea el gobernador, quien tiene la mayoría y al final decide –todo esto según han publicado personas con conocimiento de estos procedimientos legales–. Entonces, tenemos que hay una posibilidad muy grande de que el gobernador incluso pueda terminar su mandato sin que sea sometido al juicio por los cargos que alega el gobierno de la República.
Jurídicamente se ve complicado, pero políticamente es muy útil para López Obrador. Según sabemos el juicio de desafuero en la Cámara de Diputados comenzará, de acuerdo con los plazos, acaso un par de semanas antes de las elecciones de este año. Función garantizada para que el presidente y su equipo se encarguen de enlodar –como si fuera necesario– a sus opositores. Ya sabemos el guion: son lo mismo, se mezclaban hasta con el narco, se robaban todo, servían a sus amos, se despachaban con la cuchara grande, se entregaban obscenamente a las empresas internacionales, se protegían entre ellos, tenían un pacto y todo lo decidía Salinas de Gortari y los amos internacionales del neoliberalismo.
Por más que hayamos escuchado esos señalamientos, al presidente le siguen funcionando muy bien (cosa de ver la encuesta de Buendía & Márquez de esta semana). Y la oposición no ha encontrado un solo discurso que le dé resultado. Han tenido mejor resultado, en los ataques, tuiteros individuales que la oposición en su conjunto. Así que parece que la cosa discursiva para las elecciones la tiene ganada YSQ.
Es claro que en la figura de Cabeza de Vaca se pretende dar golpes duros a la oposición como tal, darle mayor sustento a los ataques al prianismo y a una generación de personajes de la vida pública. No todos –ni siquiera en el PAN, que aunque son pocos, están peleados entre todos– querrán defender al tamaulipeco, pero es un hecho que, como se trata al hoy acusado, son vistos todos por el gobierno y que la suerte de uno la pueden correr los demás. Porque la intención con Cabeza de Vaca probablemente no sea enjuiciarlo, sino mantenerlo en el paredón, tenerlo en el rostizador y darle vuelta cuando sea necesario para que reavive el fuego. Al gobierno le son más útiles sangrantes en la plaza pública que libres atendiendo un juicio.
Será interesante ver qué hace la oposición en este tema: o se amedrentan o se defienden.
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