Las vacunas pretenden generar anticuerpos neutralizantes como la Inmunoglobulina M (IgM) e Inmunoglobulina G (IgG) para que puedan unirse a una de las proteínas del virus, bloquearlo y evitar que infecte a las células.
En el mundo, hay más de 100 millones de personas infectadas y 2.1 millones de decesos a causa del COVID-19, lo que ha llevado a buscar muchas formas de vacunas contra el virus, aunque se espera que estas pondrán fin a la pandemia, se debe continuar con las medidas de prevención, indicó Jaime Bustos, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Xochimilco.
Explicó que existen muchas vacunas contra el virus, incluidas las elaboradas con microorganismos vivos atenuados por métodos físicos, químicos o biológicos o las de ARN, que toman un fragmento del virus y lo cubren con una membrana para introducirlo, entre ellas las que han sido aprobadas por Moderna-NIAID y Pfizer-BioNTech.
Por su parte, Johnson & Johnson con CanSino (Fase 3), AstraZeneca y Sputnik V utilizan inoculaciones con vectores virales, al tomar virus que no producen daño e introducen su material genético para que exprese la Proteína S.
“Hay 155 ensayos preclínicos de inmunización en el planeta: 22 en fase 1 con ensayos de seguridad de pequeña escala, 15 en fase 2 con pruebas más amplias, diez en fase 3 con ensayos y pruebas de eficacia mayores rumbo a su aprobación”.
El investigador apuntó que todas pretenden generar anticuerpos neutralizantes como la Inmunoglobulina M (IgM) e Inmunoglobulina G (IgG) para que puedan unirse a una de las proteínas del virus, bloquearlo y evitar que infecte a las células.
“Se busca la eficiencia y la seguridad, con una probabilidad de 90 al 95 por ciento de capacidad para inducir la respuesta inmune neutralizante contra el patógeno y con pocos o nulos efectos adversos, tales como fiebre, dolor de cabeza, fatiga y congestión nasal”, detalló el profesor del Departamento de Atención a la Salud de la UAM-Xochimilco.
Jaime Bustos comentó que los coronavirus han existido desde hace muchos años y producían resfriados comunes; sin embargo, el SARS-CoV-2 es reciente y apenas “estamos aprendiendo sobre él y sus efectos en los seres humanos”.
Explicó que si bien afecta al sistema respiratorio, se trata de un virus multisistémico que puede dañar diferentes órganos, por lo que la comunidad científica ha trabajado a marchas forzadas para encontrar una vacuna.
“Aunque la mayoría de la gente presenta síntomas leves, incluidos fiebre, tos, fatiga y pérdida del gusto y olfato, algunas otras con una infección moderada o severa pueden sufrir daños en su sistema cardíaco, así como problemas hepáticos, renales y neurológicos, entre otros”.
El académico de la UAM-Xochimilco reiteró que para terminar la pandemia se requiere inocular al menos a 70 por ciento de la población en el mundo y pasarán años antes de que esto suceda, por lo que “debemos continuar con las medidas de prevención, tales como el uso de cubrebocas, el lavado de manos y la sana distancia”.
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