Lo que el Papa Francisco no quiso decir sobre Venezuela

Lo más grave es que “El Helicoide” no es una prisión, es un centro de tortura. 



El Papa Francisco dedicó una vez más un saludo a su “amada Venezuela”, como él mismo la llama, durante la oración mariana del Regina Coeli del pasado domingo 20 de mayo. Pero, extrañamente en esta ocasión el pontífice decidió cambiar el mensaje que habría sido escrito por la Secretaría de Estado, es decir por el cardenal Pietro Parolin. Así se pasó de un mensaje que exigía al gobierno de Maduro el “respeto por la vida” de los venezolanos, en particular de sus prisioneros, a un mensaje muy genérico que pedía “la paz y la unidad” del pueblo venezolano.

El texto que debía ser leído por el Papa durante el tradicional saludo dominical habría sido anunciado, bajo embargo, a los periodistas acreditados ante la Santa Sede. Estaba incluido en el Boletín de Prensa de la “Sala Stampa” recibido vía correo electrónico a las 9:17 am (hora de Roma). Y a esa hora ya se había creado cierta expectativa ante el nuevo mensaje de Jorge Mario Bergoglio, pues por primera vez se referiría a los prisioneros políticos del régimen.

“Deseo dedicar nuevamente un recuerdo especial al amado pueblo venezolano. Con la ayuda del Espíritu Santo, para que todos trabajen para encontrar soluciones correctas, efectivas y pacíficas para la grave crisis humanitaria, política, económica y social que está acabando con la población, evitando la tentación de recurrir a cualquier tipo de violencia. Pido a la autoridad del país garantizar el respeto por la vida y la integridad de todas las personas, especialmente aquellas que están detenidas, que están bajo su responsabilidad”, se leía en el boletín de prensa oficial.

Sin embargo, después de la oración mariana, el Papa Francisco alzó la mirada hacia los 30 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro e improvisó un mensaje muy diferente al que había sido escrito por la Secretaría de Estado: “Quiero dedicar un recuerdo especial a la amada Venezuela. Le pido al Espíritu Santo que le dé a todo el pueblo venezolano: todo, gobernantes, personas, la sabiduría para encontrar el camino de la paz y la unidad. También rezo por los prisioneros que murieron ayer”, dijo el Pontífice, evitando leer los documentos que tenía en sus manos.

A primera vista las palabras del Santo Padre podrían parecer conciliadoras y oportunas, pero la situación cambia al conocer que existía el otro mensaje de denuncia contra el régimen dictatorial de Nicolás Maduro y que probablemente habría decidido censurarlo. Tal vez nunca sabremos sus motivaciones, pero sí es importante entender el contexto de estas palabras y por qué la Secretaría de Estado consideró importante hablar sobre los presos del régimen.

La respuesta es que el episcopado venezolano había alertado en un comunicado la situación irregular ocurrida el pasado 17 de mayo en la cárcel “El Helicoide”, en donde un grupo de detenidos protestaron a través de videos difundidos en las redes, exigiendo justicia y libertad. Pero no se trataba sólo de presos comunes, sino de al menos 58 presos políticos del régimen.

Según la ONG Foro Penal Venezolano, algunos tienen más de un año privados de su libertad sin ningún tipo de juicio; y al menos el 35% tienen desde hace meses boletas de excarcelación, pero continúan detenidos ilegalmente por el servicio de inteligencia bolivariano, el SEBIN. Además, hay que recordar que en Venezuela aún existen más de 330 “disidentes políticos” privados de libertad arbitrariamente.

Lo más grave es que “El Helicoide” no es una prisión, es un centro de tortura. Lo afirmó Alfredo Romero, presidente del Foro Penal Venezolano: “Nuestros teléfonos no paran de sonar con testimonios de la violencia física y psicológica que se vive en el Helicoide. Es horrible, estamos hablando de personas colgadas al techo, desnudas, recibiendo golpes y baños de agua congelada, incluso algunos casos de violencia sexual”, dijo a la prensa local.

En consecuencia, la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana hizo un llamado a las autoridades a “respetar la vida de quienes están bajo su responsabilidad”, considerando que se encuentran en “instituciones del Estado venezolano”. En el comunicado del 17 de mayo también exigieron “respeto por los derechos humanos y una solución pacífica al problema”. Un grito de auxilio que había sido replicado por la Secretaría de Estado en el mensaje papal, pero lamentablemente Bergoglio decidió dejarlo en el silencio.

 

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