Crisis, sostenibilidad y capital familiar

 “Un modelo de desarrollo sostenible requiere que la familia sea generada y regenerada como capital social”. Pierpaolo Donati.


Familia tiempos malos


En estos momentos hay una gran preocupación a nivel global por la inminente crisis económica a causa de la pandemia que aqueja a muchos países del mundo. Distintos gobiernos han trazado y empiezan a implementar acciones para mitigar la crisis, proteger los empleos y la economía de los hogares… en otros casos, donde el papel de los gobiernos se ha quedado corto, es la ciudadanía quién se ha levantado con acciones solidarias para apoyar a quienes más lo necesitan.

En este contexto, me gustaría profundizar en el enfoque económico y político actual. Muchas han sido las voces que han criticado un enfoque económico centrado en la riqueza más que en el bienestar de las personas y un enfoque político centrado más en el poder y en los intereses que en el bien común. El tema es que ambos se benefician y se alimentan de las personas y de las comunidades las cuales, irónicamente, muchas veces son las más excluidas o ignoradas.

Desde otra óptica, respecto al cuidado del medio ambiente, existe cada vez más conciencia del tema, ya sea por una cuestión ética o por lo menos por una cuestión pragmática, considerando que se requiere un modelo sostenible y amigable con la naturaleza, con el fin de no comprometer el futuro de las generaciones y del desarrollo económico.

Considerando lo anterior, podemos ver como en términos del medio ambiente, estamos en una transición de una visión utilitarista hacia una visión sostenible. Sin embargo, en términos de las personas y las sociedades, nos encontramos aún ante una visión utilitarista que utiliza el capital social pero sin regenerarlo. El problema que tenemos es que, de acuerdo a Pierpaolo Donati, “si una sociedad consume más capital social de aquel que produce está destinada antes o después a la decadencia y al derrumbe” y por lo tanto “un modelo de desarrollo sostenible requiere que la familia sea generada y regenerada como capital social”.

De acuerdo con el mismo autor, la familia es el “capital social primario” que promueve el vínculo entre sus miembros (bonding) y es puente de las personas con la sociedad (bridging). Pero para comprender la riqueza de este planteamiento, hay que ampliar la concepción de “capital” del ámbito económico y llevarlo también hacia el ámbito social y político. Las relaciones internas y externas de la familia promueven una riqueza en términos de solidaridad, civismo y de bienestar social y económico.

Además, la familia es un amortiguador social en tiempos de crisis, siendo una creadora de empresas y siendo un centro primario de servicio de salud y de apoyo social, sobre todo de quiénes más necesitan apoyo (infantes y adultos mayores). La pregunta es, ¿qué tanto hemos invertido en la familia?

Hoy el capital social generado por la familia es una potencialidad que no ha sido aprovechada, que además necesitamos, pero en la cual no hemos invertido.

La inversión que hoy se hace en la familia es insuficiente e incluso deficiente. Es insuficiente, porque la política orientada a la familia que hoy tenemos es más patológica (atención a problemas como violencia o abandono) y/o asistencial (atención a carencias como con subsidios). Y es deficiente porque tristemente en el ámbito público, hay corrientes radicales que han politizado el tema de la familia por asuntos ideológicos.

Hoy se requiere una visión política, económica y social que invierta en las potencialidades de la familia con un enfoque subsidiario vertical y horizontal. El primero orientado al framework orientado a la familia que debe construirse en el ámbito público (legislación, incentivos, políticas y programas, certificaciones, entre otros). El segundo orientado a las redes de apoyo a la familia, desde las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y las mismas familias.

En tiempos de crisis se requiere mayor empatía y solidaridad con quienes más lo necesitan, pero las crisis también son una oportunidad de “cambiar el chip”. Hoy, tenemos la oportunidad de voltear a ver aquella potencialidad olvidada de la que muchos se han beneficiado, pero pocos le han invertido. Hoy podemos (e incluso debemos) invertirnos en un modelo que, para que sea sostenible socialmente, requiere a la familia.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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