La defensa y reconstrucción de un país no es solamente cuestión política

La familia en su formación tradicional es la raíz que se encuentra un tanto subvaluada y muchas veces inclusive atacada por ideologías llegadas de fuera.



Después de las elecciones no se terminan las responsabilidades ciudadanas con haber ido a votar y estar satisfechos o decepcionados con los resultados de estas, de hecho, estas responsabilidades no terminan nunca porque una nación es dinámica y sus ciudadanos también lo son, de tal manera que las oportunidades para avanzar o los peligros que se presentan para retroceder están siempre presentes.

Pero muchas veces nos quedamos con un análisis superficial que consiste en ver las actividades de los partidos y de los gobiernos que han sido elegidos y sus actuaciones en cuanto a los beneficios más inmediatos que recibe o que no llegan a la población, cosa que desde luego es evidentemente valiosa, pero pocas veces nos adentramos para conocer las verdaderas raíces de los problemas que han creado en nuestro particular caso un país con progresos innegables, pero al mismo tiempo con problemas verdaderamente muy graves que se reflejan en condiciones económicas muy débiles y a veces inclusive dramáticas para la mayoría de la población, en una falta de unidad que se agrava por el mismo gobierno actual que fomenta la división, y situaciones que afectan a todos por igual como lo es la inseguridad.

Pero una familia, una agrupación, un club, una asociación, y desde luego una nación requiere de ciertas raíces o fines comunes que la aglutinen y le den incentivos para seguir adelante, y sobre todo unidad para vencer dificultades y ser exitosa, y en ese sentido mucho se ha venido perdiendo en México, no en tiempos recientes, sino desde hace mucho tiempo.

Y para confirmar que nuestros problemas de falta de acción ciudadana vienen ya desde hace mucho tiempo, reproduzco aquí un pensamiento del Lic. Anacleto González Flores publicado hace 100 años: “No se pretende ni se quiere relegar la política al olvido, sino se le quiere dar la importancia que de suyo tiene y que en los tiempos que corren es secundaria dado el hecho innegable de que el desquiciamiento que hemos padecido es abiertamente social… Y mientras los ciudadanos luchan cuerpo a cuerpo en las campañas electorales para arrebatarle a la revolución la esperanza de legalizarse y para hacer que continúe siendo lo que fue y ha sido siempre; la espada de la violencia sobre el cuello de un pueblo oprimido, por todas partes se deja sentir la preocupación de conocer los problemas sociales, de encontrar su solución y de rehacer nuestra sociedad desorganizada y dormida.

… se sabe y se ve que las sociedades perecen cuando el deseo de sacrificarse por los demás y la ley del amor son devorados por la fiebre del placer y por la hoguera del egoísmo y se quiere volver a los hombres al sistema único que ha sabido hacer del amor a la humanidad un deber ineludible y una de las más hermosas virtudes. Se sabe que es necesario reconstruir totalmente al hombre interior y al hombre exterior y que, éste, aparte de ser ciudadano debe ser una verdadera unidad social y que para esto urge que las energías de la sociedad vuelvan al cauce del orden y que el talento, la riqueza, la propiedad y el poder sean fuente rica inagotable de luz, de Justicia y de bienestar para todos. Se ha llegado a comprender que solamente así será posible contener la corriente desbordante de las revoluciones e inaugurar una verdadera era de verdadera paz en el mundo… se desea muy vivamente reedificar la familia sobre los sólidos cimientos de la sociología cristiana”.

Es decir, no basta estar solamente ocupados o preocupados por las cuestiones políticas, sin restarles desde luego ninguna importancia, pero es preciso trabajar desde la familia, desde la escuela, desde las organizaciones sociales en los valores profundos de la esencia humana, heredados sin duda de la cultura occidental cristiana de la cual proceden nuestros valores comunes y raíces culturales que fundidas con nuestras herencias prehispánicas conforman una tradición muy valiosa, en donde la familia en su formación tradicional es la raíz que se encuentra un tanto subvaluada y muchas veces inclusive atacada por ideologías llegadas de fuera. Es por ello por lo que todos tenemos algún campo en donde podemos contribuir a buscar un futuro mejor para nuestra sociedad, ya sea en la familia, en la escuela, en la empresa, en las labores sociales, en la salud, en las cuestiones laborales privadas o gubernamentales, en el arte, en la ciencia, en las redes sociales, en los medios de comunicación tradicionales, en la política, es decir en todos los campos que constituyen a la sociedad moderna.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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