Del “amiga, date cuenta” al “wey, ya”

 Del gasto de la casa, la amigui ya no ve más que la mitad de lo que le daba al principio, y tiene la fuerte sospecha de que el interfecto no ha pagado las tarjetas porque han comenzado a llamar para solicitarle pago.


Ya no más


Hace aproximadamente un año, por ahí del 14 de febrero, esta ñora recordaba a una amiga a la que le aplicó el “amiga, date cuenta” a una amigui que se había casado en julio de 2018 con un hombre un poquito mayorcito que había tardado catorce años en acabar la carrera y que ella, a pesar de las advertencias que le habíamos hecho, dijo que era hora de darle chance si le había rogado como quince años. Pues le había perdido la pista porque esta ñora está muy lejos de la paciencia de santo que debería, y no soporta ni el tonito de voz de “ser infecto”, mejor conocido como el “interfecto” entre las amiguis.

Esta ñora se la encontró de casualidad hace poco. Sigue casada y viviendo con el interfecto, pero la pobre está aterrada porque tiene unos vecinos muy agresivos, hasta las plantas de epazote que tenía sembradas en una maceta afuera de su casa le han robado. Le rompieron a pedradas unos vidrios de la cocina, le grafitearon la puerta del garage y pusieron botes con cemento en todas las baquetas, por lo que ningún auto se puede estacionar sin su permiso. El interfecto en lugar de reclamarle o tomar acciones contra los agresores hasta les saca unas botellas de cerveza y les repite que “abrazos, no balazos”.

Varios miembros de sus familias padecen diversas enfermedades que requieren muchas medicinas. Él mismo ya tuvo un infarto hace tiempo. Así que en los primeros meses de matrimonio el interfecto propuso que depositaran y que él se iba a encargar de comprar las medicinas de tooodos y directo en los laboratorios porque “él sí sabe como hacerlo”, a no, pero lo decía otro marido de otra ñora. El interfecto decía que “él es honesto e incorruptible” y que sólo por eso conseguiría pagar los precios que él fijaría para cada medicina, nomás porque él era “honesto e incorruptible” y las leyes del mercado de la oferta y la demanda le hacían los mandados. Pues la amigui ya no puede con las migrañas porque el medicamento que necesita no estaba a la venta al precio solicitado por el interfecto y la mamá de ella casi se muere por un coma diabético porque le trajo unas “similares” del Barrio Chino porque las que tomaba estaban muy caras.

Del gasto de la casa, la amigui ya no ve más que la mitad de lo que le daba al principio, y tiene la fuerte sospecha de que el interfecto no ha pagado las tarjetas de crédito porque han comenzado a llamar para solicitarle pago. Llamaban hasta que le cortaron el teléfono por falta del pago, aunque el interfecto dijo que eran sus enemigos para aislarlo y era mejor ya no contar con ese invento de un maldito gringo enriquecido por el imperialismo que igual podían volver a comunicarse soplando caracoles como en el pasado glorioso de hace diez mil años.

La amigui dice que le solicitó las joyitas que ella heredó de su abuela, que le va a venderlas para pagar las tarjetas… aunque la amigui cree que es para seguir manteniendo a unos parientes de Tabasco a los que desde el principio del matrimonio se propuso “ayudar” porque pobrecitos, les había picado una mosca del sueño neoliberal y no podían trabajar. Ella se negó, y le dio una golpiza –todavía traía un ojo morado cuando esta ñora se la encontró—tremenda. La amigui le dio sólo la mitad aun a riesgo de que le fuera peor. La pobre no puede usar los pocos ahorros que tiene en el banco porque el gerente de la sucursal de apellido “Nieto” le fiscaliza todos los retiros y le avisa al interfecto que es de sus compadres con los que reúne con frecuencia.

Cada tercer día, el interfecto invita a sus compadres. Juegan póker, beben como cosacos, y luego, como acontecimiento central el interfecto les presenta un “monologooo”, así como aquellos de aquel programa de Adal Ramones que la ñora veía en su ju… perdón, en su infancia. Se pone a hablar y hablar y hablar y todos le aplauden. Una vez, vino la esposa de uno y se atrevió a hacerle una pregunta. ¡Todas las redes se enteraron de que tenía juanetes, que había padecido un fuerte acné en la juventud y que había reprobado “corte y confección” en la secundaria!

Al final de su relato, la amigui todavía levantó sus ojitos y dijo “pero apenas vamos para dos años… y dicen que son los más difíciles, el año próximo en 2021 sí lo voy a castigar…”. Esta ñora se levantó y dijo: “Wey, ya, no inventes, empieza a tomar medidas ya”.

“Empieza por conocer a tus vecinas y vecinos, habrá muchos asustados como tú por los que grafitean y son violentos, pero seguro que alguno te puede echar la mano si te vuelve a querer golpear. Busca a las esposas de los compadres, quizá haya otras igual de hartas que tú y aprovecha los pocos grupos de ayuda que hay a tu alrededor para hacerte fuerte. Usa cualquier oportunidad para mostrar que no vas a tolerar más. Las redes también son tuyas. Grita, habla, platica, no te calles. Y mi casa es tu casa”.

Sí, esta ñora está convencida y ha insistido en esta columna que sí se pueden hacer muchas cosas, que hay que aprovechar todo lo que una a esta sociedad, como todo pinta que será lo del día del nueve de marzo.

Pero ha insistido e insiste en pedir cuentas no sólo al sí-que-se-bajen-sin-control-los-posibles-enfermos-del-crucero-en-Cozumel-total-que-somos-humanistas sino a diputados y senadores, a usar los correos y teléfonos de contacto de las dependencias gubernamentales para quejarse, para avisar de fallas en las alcaldías, etc. Así que “Wey, ya” deja de quejarte y de deshojar margaritas en espera de las elecciones de 2021, busca ya qué más puedes hacer.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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